Facundo es una persona muy activa, algo que no sólo demuestra en el trabajo, sino también en sus aficiones: surf, off-road, escalada, piloto de avioneta... Repasemos las más destacadas.

Facundo empezó a practicar el surf a los 9 años. Según él mismo ha contado alguna vez, "como era medio quilombero en la playa" y se perdía todo el tiempo, sus padres lo llevaron a una escuela de surf detrás de Punta Mogotes, al lado de la playa Waikiki. En la escuela se quedaba desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde que lo iban a buscar. Y así pasaba sus veranos.

Hoy en día, el surf es un deporte que Facundo sigue practicando. Obviamente, ya dejó aquella escuelita de verano. Ahora suele escapar a Mar del Plata, por ejemplo, para surfear con amigos como los hermanos Weinbaum o el también actor Nicolás Vázquez.

Y, ¿por qué el surf? "Por el sentimiento de libertad que implica. Es la filosofía de mi vida".

El saxo es otra afición que le viene desde pequeño, cuando escuchó por la radio un tema que llevaba saxo. Más tarde, allá por 1992, Facundo no encontraba trabajo y en la estación de subte de Corrientes y Callao coincidió con un saxofonista que lo invitó a tocar con él. Después de tocar, se repartieron el dinero recaudado y Facu fue en busca de su propia estación de subte: Pueyrredón y Santa Fe. Y allí se dedicó a tocar desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche durante diez meses.

De esta afición nació La Carranza, una banda formada por un grupo de amigos que tenía como vocalista a Ligia Piro. Se juntaban de vez en cuando para tocar en locales donde hasta el mismo Facu se animaba a cantar.

Dibujar es algo que ya hacía su padre en el Liceo Militar, una afición que Facundo terminó heredando. En el colegio, el Moorlans de Tortuguitas, se pasaba las horas dibujando historietas: “Era un alumno horrible, pero me querían -admite Arana-. Pasaba el tiempo dibujando, dentro y fuera del colegio, sabiendo que en diciembre o en marzo rendía las materias sin problemas”.

En 2006, para unas escenas en avión de Sos Mi Vida, Facu decidió aprender a pilotar. Algo que volvió a probar en pantalla al año siguiente en la película Tocar el cielo. Años antes, en 2003, hizo cumbre en el Aconcagua, con lo que quedó claro cuál es otra de sus grandes aficiones: la escalada, una afición que también se ha trasladado a la televisión con Vidas Robadas. Pero además, recorrió Argentina durante tres meses en una caravana, monta en moto y hasta salta de un helicóptero si la causa lo requiere. Todo un hombre de acción.